Chavistas Venezolanos realizaron toma violenta del Palacio Arzobispal en Caracas

Fuente Los tomistas, entre los que se encontraba Lina Ron, determinaron como “objetivos revolucionarios” a la Iglesia Católica, a los medios de comunicación social y a Fedecámaras. El Arzobispo de Caracas señaló que los objetivos revolucionarios deben contemplar darles a los venezolanos una vivienda digna, vencer el repunte de enfermedades y brindarles mayor seguridad ciudadana y alimentaria. Ramón Antonio Pérez Diario Católico de Venezuela Caracas, Diario Católico (DCV).- En horas de la mañana de ayer, un grupo de estudiantes y representantes de los colectivos revolucionarios seguidores del presidente Hugo Chávez, a quienes posteriormente se les unieron los dirigentes políticos Lina Ron y Reinaldo García, entre otros diputados, tomaron las instalaciones del Palacio Arzobispal de Caracas. El objetivo fue dar a conocer un comunicado contentivo de una serie de reivindicaciones; formular sus planteamientos ante algunos hechos recientemente ocurridos en el país; y determinar como “objetivos revolucionarios” a la Iglesia Católica, a los medios de comunicación social y a Fedecámaras. Evitar escalada de violencia El Cardenal Jorge Urosa Savino, al dirigirse a los venezolanos catalogó la toma como un hecho de violencia y exigió al gobierno nacional detener su escalada. “Deploro y rechazo la toma del Palacio, porque si bien no hubo destrozos y agresiones a las personas, siempre es un acto de violencia irrumpir en un lugar y tomar posesión de él; impedir se realicen las labores, exigir que la gente se vaya o perturbar su ingreso”, dijo. “Me parece que las autoridades deben evitar una escalada de violencia. Es importante que se inyecte una gran dosis de serenidad, de calma. En ese sentido, es muy importante también que cesen esos ataques por parte de grandes personeros, altísimos funcionarios de gobierno, contra instituciones o contra personas, porque no es casual que se ataque a alguien. Recientemente un alto funcionario hizo señalamientos contra el Nuncio Apostólico y contra mí, y hoy entonces esto resulta”, acotó. Buscar el diálogo El Purpurado fue reiterativo en implorar, como otras veces junto a los miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana, el cese de la violencia. “Esta escalada de violencia que se está produciendo en Venezuela debe cesar y eso le corresponde al gobierno nacional”, indicó. “Por supuesto, todos los sectores debemos contribuir para que haya calma, concordia, armonía y paz. Que todas las cosas se diluciden por la vía democrática, mediante el diálogo, la comprensión y la búsqueda común de las soluciones”, agregó. Los verdaderos objetivos de la revolución El Cardenal Urosa expuso que los objetivos planteados por los tomistas del Palacio Arzobispal de Caracas “están completamente equivocados”, y son “un gravísimo error”. “Los verdaderos objetivos de la revolución deben ser vencer la miseria, derrotar el dengue, el repunte del paludismo y la fiebre amarilla. Los objetivos deben contemplar darles a los venezolanos una vivienda digna y no esta situación terrible de carencia que tienen millones de compatriotas en medio de una bonanza económica absolutamente excepcional que ha vivido el país. Yo creo que esos son los objetivos de la revolución”. Finalmente, dijo que “la Iglesia no es sino el pueblo de Dios, el pueblo católico de Venezuela. De modo que el objetivo de la revolución deben ser todos los venezolanos”. Intención mediática Monseñor Jesús González de Zárate, obispo auxiliar de Caracas, quien se encontraba en la sede eclesiástica al momento de la toma narró que estas personas “incursionaron al arzobispado solicitando a los empleados salir de las oficinas, porque iban a dar a conocer un comunicado ante los medios de comunicación, sobre algunas reivindicaciones que tenían que hacer y fijar posturas sobre algunos hechos”. “A pesar de señalar que la toma era pacífica, algunas de estas personas con los rostros cubiertos cerraron oficinas, desconectaron teléfonos e impedían la entrada o salida normal al Palacio Arzobispal, causando una situación de amedrentamiento con la que no estamos de acuerdo”, dijo el prelado.