Pide el Cardenal Norberto Rivera Carrera "Luz" ante "sombras de violencia"

viernes, 05 de septiembre de 2008 Felipe Monroy El Cardenal Norberto Rivera Carrera reconoció que la ciudad de México se ve ‘ensombrecida’ por la violencia “que azota las calles y plazas… no podemos permanecer mudos e indiferentes ante la violencia, el odio y el torbellino desorbitado de poder”. De las causas de la violencia, el Arzobispo de México distinguió cuatro: la miseria extrema, el afán desorbitado de poder, el fanatismo social y el desprecio nihilista de la vida. Además de la codicia, la soberbia y el odio que generan una violencia “en el subconsciente colectivo”. A través de la carta pastoral “Misterio de Luz en medio de sombras de violencia, celebremos a Santa María de Guadalupe”, el arzobispo sugiere cuatro acciones para enfrentar la violencia: Uno. Ver al otro como otro yo. “Sea quien sea, aunque sea un asesino en serie; en lugar de insultarle, escupirle o lincharlo… sin negar por principio la responsabilidad, merece ser tratado con dignidad y respeto. Es preciso cultivar la cultura de la comprensión y del perdón, la rabia implica odio, impulsa a despedazar, a matar”. Dos. Cultura de vida frente a la cultura de muerte. “El hombre, encerrado en su materialidad, se reduce a ser cosa y ya no percibe el carácter trascendente de su existir… ya no considera la vida como un don espléndido de Dios. La vida llega a ser una cosa, que el hombre reivindica como su propiedad exclusiva, dominable y manipulable. El Concilio Vaticano II nos enseña que: ‘la criatura sin el Creador desaparece’”. Tres. Un fin bueno no justifica medios malos. “Fundamento indispensable de todo orden moral. Sin él todo se puede legitimar: el genocidio, las cámaras de gas, las violaciones, el aborto, la eutanasia, la guerra, el terrorismo”. El Cardenal llama a que la seguridad pública, la impartición de justicia y en los procesos y estancias carcelarias se apeguen al principio que no combatir la violencia con violencia. Cuatro. Educar para el amor al prójimo. “En el origen de todo conflicto donde sólo se resuelven a golpes, patadas o cuchilladas los problemas, urge educar para el amor. En esta época llena de desconciertos y paradojas –rica en medios, pobre en fines- muchas personas aunque no carezcan de cosas materiales necesarias, se sienten más solas, abandonadas, sin lazos afectivos, predomina la agresividad y violencia. Empecemos por sembrar perdón y amor al prójimo”. El Arzobispo también critica en su carta a las diferentes ‘culturas’ generadoras de violencia: la exacerbación de la emoción sobre la reflexión, del lucro frente a la caridad y de la tolerancia como libertinaje relativista.