Una Nueva Política
Submitted by poncho on Tue, 2008-11-04 12:30
10/30/2008
por Supreme Knight Carl A. Anderson
Debido a la importancia del tema pro vida en este año de elecciones en Estados Unidos, decidí reproducir aquí extractos de mi informe anual a la Convención Suprema:
En ocho de las nueve últimas elecciones presidenciales, el decisivo “voto católico” eligió al ganador. Los 69 millones de católicos de Estados Unidos probablemente controlarán otra vez, no sólo la clave de la Casa Blanca, sino también de un gran número de otras contiendas.
Los Obispos de Estados Unidos afirmaron recientemente que “es un requisito de la fe la obligación de la Iglesia de participar en la formación del carácter moral de la sociedad”.
En el primer lugar de la lista de las convicciones morales católicas, los Obispos colocaron “la defensa de la santidad inviolable de la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”.
Esto es especialmente importante debido a que los católicos enfrentan a menudo un dilema al decidir cómo votar: ¿Podemos apoyar a candidatos que por muchas razones resultan muy atractivos pero que apoyan el derecho al aborto? Algunos defensores partidistas han intentado disculpar el apoyo de los candidatos favorables al aborto con un complejo acto de equilibrismo. Alegan que hay otros puntos lo bastante importantes como para compensar su apoyo al derecho al aborto.
Sin embargo, el derecho al aborto tal como lo define en Estados Unidos Roe v. Wade no es tan sólo un problema político entre otros; es de hecho un régimen legal que ha provocado más de 40 millones de muertes.
Imaginemos por un momento a las 25 mayores ciudades de Estados Unidos y Canadá sin habitantes. Esto equivale a la pérdida de 40 millones de seres humanos. De hecho, 40 millones es más que la población total de Canadá.
¿Que cuestión política podría tener más peso que esta devastación humana? La respuesta por supuesto, es: ninguna.
Algunos argumentarán que en la política no hay lugar para la fe. Pero es absurda la noción de que la cláusula de establecimiento de la Primera Enmienda prohíbe de cierto modo, tanto a un funcionario público como a un votante, tener en cuenta sus valores religiosos personales al decidir asuntos de política pública.
Después de todo, algunos de los mayores movimientos de nuestra historia nacieron como movimientos religiosos: el movimiento abolicionista que puso fin a la esclavitud, el movimiento de los derechos civiles, que finalmente logró que en Estados Unidos el racismo fuera moralmente inaceptable.
Es significativo que estos movimientos hayan tenido en mente poner fin a lo que con toda razón se consideraba como una violación fundamental de la dignidad humana. El respeto legal y la protección de la dignidad humana constituyen el corazón de nuestra Constitución, así como el núcleo de la fe religiosa.
Llegó el momento de ignorar los argumentos de los maestros de la manipulación política que únicamente sirven para justificar el derecho al aborto. ¿Cómo deben ejercer los católicos sus responsabilidades como ciudadanos? La forma más importante es construir la cultura de la vida.
Ha llegado la hora de que los católicos exijan la anulación de la decisión Roe v. Wade. Es el momento de dejar de crear excusas para votar por políticos que apoyan el derecho al aborto. Es el momento de que los católicos tracen una clara línea de separación entre ellos y todos aquellos políticos que defienden el régimen del derecho al aborto de la decisión Roe v. Wade.
Durante su viaje a Estados Unidos en abril pasado, el Papa instó a los asistentes al Estadio de los Yankees a proteger “al nonato en el vientre de su madre”. Esta declaración provocó el aplauso más estridente y largo de su viaje.
Imaginemos el efecto si este año millones de votantes católicos dijeran simplemente “no”: no a todo candidato para todo puesto de todo partido político que apoye el derecho al aborto.
Ha llegado la hora de que los católicos dejen de adaptarse a los políticos que están en pro del derecho al aborto y de que empiecen a exigir que ellos se adapten a nosotros. Como ciudadanos fieles, los católicos pueden edificar una nueva política: una política que no se quede satisfecha con la situación actual, sino que se dedique a edificar una cultura de la vida.
¡Vivat Jesus!
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