La Virgen de Guadalupe nos llama a amar a todos dice Carl Anderson en Los Angeles, EU

9/25/2009 por Mike Nelson, The Tidings, Archdiocese of Los Angeles El líder de la mayor organización laica católica de servicio a nivel mundial llamó a los católicos de Los Ángeles a adoptar el mensaje de amor encarnado por Nuestra Señora de Guadalupe, durante el quinto Desayuno Anual de Oración Católica de Los Ángeles el 15 de septiembre. Como católicos, somos llamados a amar a todos, especialmente a aquellos que están en riesgo en nuestra sociedad: el inmigrante, el nonato, el discapacitado, el pobre”, declaró Carl Anderson, Caballero Supremo de Caballeros de Colón, a los 1,400 asistentes a su conferencia principal en la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles. “Todos somos llamados a construir una civilización del amor”. Y para hacerlo, dijo, “debemos tener el valor de adoptar la realidad fundamental de nuestra vida como católicos. Lo que nos une es más importante que cualquier división política, económica o nacional”. A la conferencia de Anderson ante una concurrencia sin precedentes (que incluía a numerosos Caballeros de Colón), le siguió la recitación del Rosario dirigido por los obispos auxiliares de Los Ángeles y una Misa que presidió el Cardenal Roger Mahony. Creado en 2005, el Desayuno de Oración de L.A. es uno de dos eventos católicos locales de este tipo. El Desayuno de Oración del Condado de Orange tendrá lugar el 30 de septiembre en Crowne Plaza Anaheim Resort, Garden Grove. Anderson, coautor (con el Padre Eduardo Chávez) de la reciente publicación “Nuestra Señora de Guadalupe: Madre de la Civilización del Amor”, se refirió repetidamente en su conferencia al mensaje universal de amor de la Virgen (en español), especialmente respecto a quienes han emigrado a Estados Unidos a lo largo de su historia. “Nuestra Señora de Guadalupe trasciende fronteras”, dijo Anderson. “Es la madre que todos nosotros compartimos. Su presencia en las parroquias es el testimonio de cómo ha sido acogida, y su mensaje hoy es el mismo que hace cinco siglos cuando se apareció a San Juan Diego”. María, dijo Anderson, “es el modelo perfecto” del creyente cristiano. Su respuesta a Dios, dijo, permitió el nacimiento de Cristo y el establecimiento de su Iglesia; su respuesta en el Tepeyac llevó al establecimiento de la Iglesia en el Continente Americano. “Nuestra presencia aquí es el testimonio del poder del mensaje de amor que Nuestra Señora trajo a este hemisferio”. En ningún otro lugar de Estado Unidos ha tenido mayor impacto el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe que en Los Ángeles, “una ciudad dedicada a Nuestra, Señora, Reina de los Ángeles”, una ciudad en la que viven juntas comunidades de todo el mundo, “unidas por nuestra fe”, dijo Anderson. “El liderazgo de Los Ángeles en el fomento de la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe no tiene rival en Estados Unidos, quizá en el mundo entero, fuera de la Ciudad de México”, dijo. “Ella es realmente la Madre de la civilización del Amor, y nuestro papel es importante para que esta civilización se haga realidad.” El Arzobispo John Cantwell de Los Ángeles, añadió Carl Anderson, fue determinante para acoger el flujo de inmigrantes al sur de Estados Unidos desde principios hasta mediados del siglo XX. Recordó que 100,000 angelinos se reunieron en el mes de junio de 1937 para la Coronación de Nuestra Señora de Guadalupe, que fue presidida por Cantwell. Cuatro años más tarde, el Arzobispo encabezó una delegación de obispos a la Ciudad de México para realizar una celebración que incluyó la lectura del Salmo 133: “¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!” “Nuestra Señora de Guadalupe nos ha dirigido hacia su Hijo, y hacia la unidad en su Hijo,” dijo Carl Anderson. “Como ciudadanos del Hemisferio Occidental, compartimos una historia común de inmigración; compartimos una misma Madre cuyo corazón está siempre presente esperándonos. Cinco siglos después del Tepeyac, somos llamados a tomar el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe y llevar la esperanza del gran renacimiento de la Iglesia Católica en Estados Unidos.” La aparición de Nuestra Señora en 1531, señaló, “no fue solo un acontecimiento, sino una promesa para el futuro, una promesa que nos toca cumplir, a ustedes y a mí.” Y el éxito del renacimiento de la Iglesia en Estados Unidos, añadió, dependerá de los hijos de los inmigrantes – “es decir, todos nosotros” – y la forma en que recibamos a los recién llegados entre nosotros. Esto podría percibirse como un reto. Pero Carl Anderson recordó gentilmente a su audiencia “No somos llamados a hacer nada que Nuestra Señora misma no haya hecho.”