¿De donde proviene la Celebración del Dia de muertos?

¿De donde proviene la Celebración del Dia de muertos? “Hará Yahvéh a todos los pueblos en este monte un banquete de manjares frescos, manjares de tuétano, banquete de buenos vinos depurados” Is. 25, 6. Nuestras Tradiciones Mexicanas. Todo un misticismo y una bien arraigada tradición, es la celebración del día de difuntos. Ya nuestros antepasados mexicanos celebraban esta tradición y veneraban a los muertos como búsqueda de la vida. También la Iglesia los recuerda. Entre las civilizaciones mesoamericanas, como los Mexicas o Aztecas, se creía que la muerte no era el final, sino un paso hacia un estado mejor. Observaban cómo la naturaleza moría y volvía a la vida pero los hombres no. Ese era el gran misterio que infundía temor y, de ese temor nace el culto a los muertos. A pesar de la similitud con la creencia cristiana, existen diferencias importantes. Una de ellas es que al Mictlán van todos los muertos sin importar cómo se portaron en este mundo ( no existía el concepto de "buenos" y "malos", por lo tanto no se trataba de premios y castigos). Sin embargo, no todos los muertos eran iguales, muchos de ellos se convertían en dioses, según hubiera sido su muerte. Los guerreros muertos en combate, se convertían en aves de plumaje muy colorido, que tenían la misión de acompañar al sol en su recorrido diario, especialmente al amanecer y en el atardecer. Las mujeres que morían en su primer parto, recibían el nombre de Cihuateteo, y también tenían un lugar especial en el Mictlán, de esa manera rendían homenaje, tanto a la guerra como a la fertilidad (no debemos olvidar que fueron civilizaciones fundamentalmente guerreras). Los sacrificios humanos también tenían una función ritual: los prisioneros de guerra eran sacrificados porque pensaban que el sol necesitaba alimentarse con sangre para que tuviera la energía necesaria y así continuar su movimiento. Mientras esto sucedía, los dioses se llevaban a los muertos a un lugar al que llamaban Mictlán, que significaba “lugar de la muerte” o “residencia de los muertos” para purificarse y seguir su camino, pero el viaje era muy peligroso. Los muertos tenían que atravesar un río muy profundo, escalar montañas, pelear con fieras salvajes, etc. Por eso, cuando moría una persona era enterrada con una ofrenda, que consistía en su ropa, guaraches, cuchillos de obsidiana, comida. bebida suficiente para el viaje, un perro que los acompañara, y si el muerto era un personaje importante, lo enterraban con algunos sirvientes y otras cosas necesarias. Hasta que los dioses consideraran que habían alcanzado cierto grado de perfección. Ellos creían que cada año regresaban (aproximadamente en la primera semana de noviembre en nuestro calendario). En un determinado tiempo los espíritus inferiores y superiores abrían las puertas en un día santo para que los muertos (guerreros, asesino, ladrones, etc) salieran a cosechar algo, y pudieran gozar. Así los familiares visitaban la urna donde habían depositado los restos de sus muertos, hacían un camino con pétalos de flor de cempazuchitl para que los muertos pudieran llegar al altar de ofrendas donde les ofrecían una comida y bebida para el regreso. Así pues, nuestra conmemoración a los fieles difuntos comienza en un anhelo profundamente humano de la búsqueda de Dios de la vida y de Jesús, que es el camino, la verdad y la vida, pasando de la religiosidad natural a la piedad popular. Las ofrendas y el altar de muertos: Cono se dijo, nuestros antepasados daban culto a los muertos a través de un conjunto de cosas: ofrenda floral, comida, altar, pan, utensilios, agua, vela, ropa e incienso. El altar de muertos en nuestros días, tiene y se le debe dar un sentido profundamente cristiano, pues simboliza la muerte y la vida en Cristo Jesús y la esperanza en la Resurrección. Lo podemos colocar en un lugar de nuestra casa, de la siguiente manera (en cada parte de México es distinto el altar de nuestros debido a su cultura y tradiciones): 1. Se hace un camino desde la casa hasta el altar con semilla de pipián o los pétalos de flor de Cempazúchitl recordándonos que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Jn. 14, 6. La siembra de la flor de Cempazúchitl (Cempoal significa el número 20 que es el número sagrado de la vida y zúchitl flor) se realizaba el día 16 de junio, fiesta de la Virgen del Carmen (intercesora de las animas del purgatorio) y se cosecha en las vísperas del día de muertos 1 y 2 de noviembre. Esta flor no se acaba, se seca pero siempre se mantiene firme, por eso, esta flor es la vida sagrada: cuando se seca ella misma sirve como semilla para dar vida. La celebración de muertos es la plenitud de la vida. Por eso es importante que las flores de los altares o de las coronas sean naturales, no de plástico porque lo natural nos recuerda que hay vida y esperanza. 2. El arco de palmas verdes, es la puerta, la entrada al Paraíso o la Iglesia. En cada arco tiene 7 canastitas llenas de dulces (cocadas, alfajores, tintines, jamoncillo) que son los 7 Sacramentos: son las gracias que sostiene a la Iglesia y riquezas del encuentro con Dios. 3. La luz de las velas, es la luz de Cristo que nos fue entregada en el bautismo y en la confirmación. El que nos ilumina en nuestra vida con su palabra pues es Él “luz del mundo; “el que lo siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” Jn. 8, 12. 4. Al centro se pone un Cristo, como símbolo de la pasión y muerte. 5. El pan de muerto nos recuerda las palabras de Jesús: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que Yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”. Jn. 6, 50 - 51. 6. El vaso con de agua significa la regeneración del bautismo y Jesús mismo le dijo a la Samaritana: “todo el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna." Jn. 4, 14. 7. Los manjares (mole, tamales, hojaldras, buñuelos, jamoncillos, atoles, dulces, pepitorias, alfajores, etc.) es el banquete de manjares suculentos preferidos por el difunto. 8. Los utensilios son para recordar la actividad del difunto. 9. La ropa es revestirse de su nueva dignidad que desde el bautismo, se participa de la vida divina como hijo de Dios revestidos de Cristo, hasta la vida eterna. 10. El incienso o copal significa la participación de la vida divina. De esta forma, a una realidad pagana se le da el sentido cristiano, es por eso que debemos recordar a los muertos no con tristeza sino con alegría, la misma alegría con la que están gozando de este banquete que nunca se acaba: el retorno glorioso al Padre. ¿Qué tiene que ver el Hallowen con el día de muertos? Esto del Hallowen se remonta a una antigua costumbre de los pueblos celtas (Irlanda y Escocia). Ellos tenían una fiesta donde el 31 de octubre terminaba el año y el día 1° de Noviembre era el año nuevo, era una fiesta de los Druidas que era la clase sacerdotal. Se creía que tenían los poderes de las ciencias ocultas y que tenían dominio sobre los duendes, hadas y brujas. Pero en estas épocas, estas criaturas salían para hacer bromas a los Druidas y solamente con una fogata podían ser ahuyentados. Cuando en el S. IX llegó la religión católica con la fiesta de todos los Santos, el día 1 de Noviembre se empezó a celebrar el “all hallow”, esto es, la fiesta de todos los Santos. En el S. Xl se incorpora el 2 de Noviembre para la fiesta de todos los difuntos. La fiesta de todos los Santos apagó la fiesta de los Druidas, pero los pueblos celtas no se cristianizaron del todo: con estas fiestas los jóvenes seguían reuniéndose para anunciar el futuro, invocando a los espíritus que les hacían travesuras a los muchachos que no les parecían agradables. Cuando llegaron las migraciones a los Estados Unidos de América en el siglo antepasado, la fiesta de todos los Santos tuvo que cambiar porque el pueblo era protestante. No se creía en los Santos. Así inventaron vestirse en las vísperas del 1° de Noviembre de hadas, brujos y duendes con la consigna de gritar Trick or treak (Travesura o trato) y para tener una hoguera, inventaron una calabaza en forma de calavera con una vela dentro para espantar a los verdaderos espíritus. Esta tradición poco a poco fue extendiéndose a otros países, de tal forma que, se ha perdido el significado original de la fiesta de todos los Santos y el recuerdo a los fieles difuntos, además que no encierra una tradición y un misticismo religioso. Debemos por tanto recobrar nuestras tradiciones mexicanas, que tienen un profundo sentido religioso, enraizado en nuestros ancestros, que nos da nuestra propia identidad, el de ser mexicanos. Por. El Pbro. José de Merced Portillo Sanpedro.