A nuestra Madre Santísima de Guadalupe:

A nuestra Madre Santísima de Guadalupe: Cuando platicamos contigo Señora, brota dentro de nosotros una inmensa emoción, ¿Y cómo no sentirla? Si tú corazón es tan grande que es capaz de dar amor y consuelo a todos los mexicanos y a todos los que te buscan; si eres Tú quien regala la paz a los que sufren y da conformidad a los que lloran. Te sentimos tan cerca de nuestros sollozos que siempre percibimos las caricias de tus manos llenas del consuelo y del amor que proporcionas a todos tus hijos. Tu sola presencia enjuga nuestras lágrimas y nos tranquiliza de una manera tan apacible y cálida que sentimos que aquello que nos rodea se convierte en armonía y paz y que, esos momentos se iluminan con la luz celestial que surge de tu figura maternal. Con la vivencia de esta paz, se encienden nuestros corazones, se alegra nuestro espíritu, se acaban nuestros lamentos, se disipan nuestras dudas y desaparecen nuestros temores, porque tú estás ahí Madre, siempre está ahí para convertir nuestras tristezas en alegría y nuestros sufrimientos, en un amor iluminado con la luz de la verdad, que se inicia y termina siempre con tu Hijo Nuestro Señor quien, por amor a los hombres, sufrió infinitamente más de lo que nosotros podemos sufrir. Con tu ayuda, podemos entender el valor del sufrimiento y hasta sufrir con gozo para compensar el peso de todos aquellos actos que hemos cometido los hombres para tratar de degradar nuestra condición humana, que es fruto del amor Divino. Gracias a ti Padre Eterno, que nos alientas y nos envuelves con un cariño paternal que es, al mismo tiempo poderoso, delicado y confortante tanto así, que el dolor que a veces nos agobia puede convertirse en un canto de alegría. Gracias María, por enseñarnos que tu amor es parte del cielo que tanto anhelamos y por hacernos entender que nuestros sufrimientos, ayudan a limpiar nuestras faltas. Gracias, porque dentro de todas estas sensaciones, que inician con tu presencia permanente en la tilma de San Juan Diego, percibimos el inmenso amor del Espíritu Santo, fuente del amor Divino que nos hace tener sensaciones de lo que nos espera si por nosotros y por las solución de los problemas de México que es la Patria donde u suavizas con dulzura celestial, la justicia que existe en el Amor del Padre y gracias por mostrarnos el camino de la salvación, por ser la Señora de nuestra esperanza y la fuente de nuestros anhelos celestiales. La paz que nos infundes, nos induce e inclina a arrepentirnos de nuestros errores y nos llena de entusiasmo saber que, por el perdón de nuestros pecados, podemos llegar al cielo donde Tú te encuentras. Agradecemos el ejemplo y la confianza que nos inspira tu amor y la forma de mostrar tu lealtad hacia nosotros y también porque comprendes, con tu maravilloso corazón humano, todas nuestras tribulaciones y ansiedades. Llénanos de amor a Jesús para agradecerle, en forma permanentemente, los inmensos sufrimientos que padeció por nosotros y por la vida que entregó después de la dolorosa agonía del calvario. ¿No estoy aquí yo, que soy tu Madre? Escrito por: Alberto Gutiérrez de Velasco.