ANGELUS

10/01/2010 13.32.51 Ángelus: recordando que todos los cristianos somos hermanos, el Papa pide el respeto de los inmigrantes y el final de los conflictos religiosos Domingo, 10 ene (RV).- “Del Bautismo deriva un modelo de sociedad: el de los hermanos”. Con esta afirmación Benedicto XVI ha resumido, durante su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el significado de la festividad de hoy del Bautismo del Señor. Precisamente este “ser hermanos” es lo que ha llevado al Pontífice a lanzar hoy un doble llamamiento: por la situación de los inmigrantes que buscan una vida mejor en otros países, y por las zonas donde se siguen viviendo conflictos con los cristianos como víctimas de ataques violentos. En concreto sobre la situación de los inmigrantes, a la luz de los altercados vividos en el sur de Italia estos últimos días, el Santo Padre ha exhortado a “analizar la base del problema”. “Es necesario –ha dicho- partir del significado de la persona”. “Un inmigrante es un ser humano, diferente por proveniencia, cultura y tradición, pero es una persona que hay que respetar, que tiene sus derechos y deberes, en particular, en el ámbito del trabajo donde es más fácil la tentación de la explotación, pero también, en el ámbito de las condiciones concretas de vida. La violencia no es el camino para resolver las dificultades. El problema es sobre todo humano. Invito a mirar al rostro de los demás y a descubrir que también ellos tienen una alma, una historia y una vida, son una persona, y que Dios los ama como a mi”. Una consideración similar la ha realizado el Papa también en relación al hombre y a la diversidad religiosa: “La violencia contra los cristianos en algunos países ha suscitado el desprecio de muchos, sobre todo porque se ha manifestado en los días más sagrados de la tradición cristiana. Es necesario que las Instituciones, tanto políticas como religiosas, asuman sus responsabilidades. No puede existir violencia en nombre de Dios, ni se puede pensar honrarle ofendiendo la dignidad y la libertad de nuestros semejantes”. En este sentido, durante su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, Benedicto XVI ha evidenciado que éste valor lo representa la fiesta de hoy del Bautismo del Señor, que al mismo tiempo resume el sentido global de la Festividad natalicia, ya que representa el ser hijos de Dios gracias a la llegada de su hijo. “Como cristianos, gracias al Espíritu Santo recibido en el Bautismo, tenemos el don y el compromiso de vivir como hijos de Dios y hermanos, para ser ‘levadura’ de una humanidad nueva, solidaria y rica de paz y esperanza”. Seguidamente el Papa ha señalado que “la fraternidad no se puede establecer mediante ideologías o decretos de un poder constituido”, sino que nos reconocemos hermanos “a partir del humilde y profundo reconocimiento del ser hijos del único Padre celestial”. “Con este sacramento el hombre se transforma realmente en ‘hijo’, hijo de Dios. Desde este momento, la finalidad de su existencia consiste en alcanzar libre y conscientemente, lo que desde el inicio ha recibido como don”. Recordando el sacramento del Bautismo administrado esta mañana a varios recién nacidos, Benedicto XVI ha señalado que de este modo se genera una vida nueva en la que hay que “ser lo que uno es”. Un principio, ha explicado el Papa, que tiene numerosas analogías con el crecimiento humano, “donde la relación entre padres e hijos pasa a través de separaciones y crisis, de la dependencia total a darse cuenta de ser hijos, del reconocimiento del don de la vida recibida a la capacidad de donar la vida”. “Generada una nueva vida a través del Bautismo, también el cristiano inicia su camino de crecimiento en la fe que le llevará a invocar conscientemente a Dios como “Abba” – “Padre”, a dirigirse a Él con gratitud y a vivir la felicidad de ser sus hijos”. Y como es tradicional, tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, Benedicto XVI ha saludado a los presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano, y a todos los fieles, en varios idiomas, éstas han sido sus palabras en español: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, así como a quienes se unen a ella a través de la radio y la televisión. En la fiesta del Bautismo del Señor, invito a todos a renovar con alegría y convicción las promesas realizadas al recibir este Sacramento, para ser ante el mundo discípulos y misioneros de Cristo, llevando la luz de su Evangelio a todos los ámbitos de la sociedad, con la palabra y el propio ejemplo. Que en esta hermosa misión sintáis el consuelo y la compañía de María Santísima, a cuyas maternas manos encomendamos a todos los hijos de la Iglesia. Feliz Domingo”.