La persecución Antirreligiosa en México

La persecución en México La portada del número de noviembre de 1926 de Columbia. Cinco años después de haber establecido el primer consejo de Caballeros de Colón en México en 1905, la Revolución Mexicana dio lugar a una era de persecución antirreligiosa en un ambiente social que ya era inestable. La Iglesia Católica fue vista como hostil a la revolución y con la Constitución de 1917, se prohibió la devoción pública, se reglamentó el número de sacerdotes, las órdenes religiosas fueron proscritas, las propiedades fueron confiscadas y se prohibió el voto a los sacerdotes. La persecución religiosa contribuyó al rápido crecimiento de la Orden en todo México. Se establecieron numerosos consejos y la membresía creció de 400 a 6,000 entre 1918 y 1923. La presión anticatólica se intensificó en 1926 y bajo el mandato del Presidente Plutarco Elías Calles se aplicaron las leyes con mayor rigidez. Dirigiéndose a 25,000 Caballeros en la Convención Suprema de 1926 en Philadelphia, el Caballero Supremo James A. Flaherty dijo: “la crisis religiosa en México será el asunto más importante a discutir”. Los delegados aprobaron por unanimidad resoluciones que condenaban la “despótica persecución anticatólica” de Calles y establecieron una campaña informativa de $1 millón de dólares. El fondo permitió a la Orden imprimir aproximadamente cinco millones de copias de panfletos que denunciaban al gobierno mexicano, así como para ayudar a los refugiados. Los funcionarios supremos también se reunieron con el Presidente Calvin Cooldrige en septiembre de 1926 para exhortar al gobierno de Estados Unidos a que contribuyera a encontrar una solución al problema de México. Afflictisque, publicada el 18 de noviembre de 1926, destacó el trabajo de los Caballeros: “Mencionamos en primer lugar a Caballeros de Colón, una organización fundada en todos los estados de la República y formada afortunadamente por miembros persistentes y activos que gracias a su fervor por asistir a la Iglesia, han adquirido un gran honor”. Entre los numerosos Caballeros asesinados en México durante este periodo, se encontraban seis sacerdotes, a quienes el Papa Juan Pablo II canonizó en el 2000. Azotados, fusilados y colgados por hacer cosas como distribuir cenizas en Miércoles de Ceniza, rehusarse a romper el secreto de confesión y celebrar Misa, estos sacerdotes son conocidos actualmente como los Mártires Mexicanos de Caballeros de Colón. En 1937 cesaron las protestas en México cuando se logró un acuerdo estable entre el estado y la Iglesia. A pesar de todo, la Orden siguió informando sobre las amenazas que representan las ideologías y los gobiernos antirreligiosos, empezando con la impresión y distribución de casi 1 millón de copias de Divini Redemptoris, la encíclica del Papa Pío XI de 1937 sobre el comunismo ateo.