El Pulso del Papa, "Intervención a la Legión "

El pulso del Papa: “Intervención a la Legión” Benedicto XVI ha intervenido a los Legionarios de Cristo. Ha sido una decisión justa, sabia y buena, con la que les ha quitado a ellos un peso de encima, ha renovado la confianza en la Iglesia y ha confirmado la autoridad apostólica. Con dinero o sin dinero, con relaciones públicas o sin ellas, nadie, en la iglesia que Cristo fundó, puede actuar de manera independiente sin el riesgo de convertirse en secta. La congregación que fundara Marcial Maciel tuvo sus inicios el 3 de enero de 1941 con el nombre inicial de Misioneros del Sagrado Corazón y de la Virgen de los Dolores. Ahora, parte de su historia consiste en que, 69 años después, luego de profundas investigaciones por parte de la Santa Sede, como consecuencia de severas y diversas acusaciones por comportamientos obscenos e impropios de un sacerdote, en la persona de su mismo fundador, tuvo que ser intervenida por decisión del Romano Pontífice. El Papa no ha actuado de manera personal. Primero ordenó una Visita Apostólica que inició el 6 de mayo de 2009 y que concluyó después de diez meses. Luego, entre el 15 de marzo, (cuando los visitadores entregaron los resultados de su auditoría) y el 30 de abril, cuando los recibió personalmente, el Papa consultó a varios cardenales, sus consejeros. Después, conocidos los “gravísimos y objetivamente inmorales comportamientos del padre Maciel”, decidió intervenir a la congregación mediante un Delegado apostólico y una Comisión de estudio de sus constituciones. Así lo dio a conocer la Santa Sede, el lunes 2 de mayo, mediante un comunicado oficial. Por ahora se sabe, como lo indica el comunicado, que es necesario “redefinir el carisma de la congregación de los Legionarios de Cristo, preservando el núcleo verdadero, el de la militia Christi, que caracteriza la acción apostólica y misionera de la Iglesia”, lo que significa, en otros términos, que la Legión nunca tuvo un auténtico carisma, pues todas las órdenes y congregaciones siguen, precisamente, el carisma de su fundador, y en el caso de Marcial Maciel no puede hablarse de carisma alguno sino de delitos graves y perversiones. También se sabe ahora que es necesario “revisar el ejercicio de la autoridad, que debe estar unida a la verdad, para respetar la conciencia y desarrollarse a la luz del Evangelio como auténtico servicio eclesial”, de donde se entiende que esta congregación estuvo muy cerca de desconocer al obispo de Roma como piedra y cabeza de la Iglesia, o de presionarlo, mediante diversas herramientas, para que actuara a favor de sus intereses como congregación y no como parte de la Iglesia. Por lo anterior, de manera sutil y elegante, el texto hace saber que “El Santo Padre quiere asegurar a todos los Legionarios de Cristo y a los miembros del Regnum Christi que no se quedarán solos: la Iglesia tiene la firme voluntad de acompañarles y de ayudarles en el camino de purificación que les espera”. Quedan ahora algunos pendientes: principalmente el nombramiento del Delegado apostólico y de los miembros de la Comisión de estudio de las constituciones. Después vendrá la remoción de todo el Consejo de Gobierno y de los directores regionales, quienes por ahora deben permanecer en sus cargos, pues aún les queda por recorrer el largo camino de entregar en buenas manos la información y documentación que se les requiera para que la congregación pueda iniciar desde cero, es decir, refundarse, probablemente con el nombre con el que inició: Misioneros del Sagrado Corazón y de la Virgen de los Dolores. Benedicto XVI da muestras, una vez más, de que conduce con mano firme, y hacia buen puerto, el timón de la Barca de Pedro.