Mensaje de S.S. Benedicto XVI a los asistentes a la 129 Convención Suprema de Caballeros en Denver, Colorado

Estimado Sr. Anderson, Su Santidad el Papa Benedicto XVI se sintió complacido al enterarse de que del 2 al 4 de agosto de 2011 se celebrará la 129 Convención Suprema de Caballeros en Denver, Colorado. Me ha pedido que les transmita sus saludos más afectuosos y sus mejores deseos para todos los asistentes, junto con la seguridad de sus plegarias por que estas deliberaciones anuales sean fructíferas. El tema de la Convención Suprema de este año -- “Para corroborar la esperanza del mundo”—fue atinadamente inspirado por la gran Oración para las Familias con la que el Beato Juan Pablo II concluyó su Exhortación Apostólica Ecclesia in America. Fue precisamente “para corroborar la esperanza en el mundo” por lo que el pontífice llamó incansablemente a los fieles laicos a trabajar para difundir el Evangelio de Jesucristo y la renovación de la sociedad de acuerdo con su mensaje liberador. Actualmente, ante los signos cada vez más evidentes de un creciente olvido de Dios, un rechazo de los principios más básicos de la moral y el derrumbe de los fundamentos mismos de la vida social, ningún seguidor comprometido de Cristo puede dejar de atender este urgente llamado para colaborar en la reconstrucción de nuestras comunidades de acuerdo con los valores perdurables con raíces en la ley natural, confirmados por el Evangelio y englobados en la visión cristiana del verdadero sentido, la belleza y el propósito de la vida. Por esta razón, el Santo Padre expresa su profunda gratitud a los Caballeros de Colón por su continua contribución a un debate público responsable sobre los problemas éticos que conformarán el futuro de nuestras sociedades democráticas. Ve en este valioso servicio al bien común un ejemplo sobresaliente del apostolado laico que, como lo enseña el Concilio Vaticano Segundo, consiste en que “edifican a la Iglesia y santifican al mundo, animándolo en Cristo.” (Apostolicam Actuositatem, 16). Un testimonio moral tan claro y valeroso es especialmente necesario a la luz de una proliferación de iniciativas legislativas que no solo socavan las instituciones básicas de la sociedad como el matrimonio y la familia, sino que también amenazan los derechos humanos fundamentales de la objeción de conciencia y la libertad religiosa. Como parte de su respuesta a estos retos cada vez más graves, Su Santidad exhorta a su orden a renovar y reforzar sus admirables programas de catequesis y una formación continua en la fe y los principios de la moral cristiana, de manera que cada Caballero pueda estar preparado para ofrecer una explicación razonable de sus convicciones más profundas. En su enciclopédica Spe Salvi, el Santo Padre recordó que el testimonio más efectivo de Cristo es el que dan los hombres y mujeres cuya cercanía con el manantial del amor divino en la oración y la vida sacramental de la Iglesia los transforma y los convierte en iconos vivos de la esperanza. En este contexto, piensa especialmente en el impresionante testimonio de esperanza aportado por Caballeros de Colón cuando ayudan a tantos hombres jóvenes a alcanzar una madurez cristiana, enseñándolos a dejar que sus vidas sean conformadas por las cosas que realmente importan (cf. Phil 1, 10) y ofreciendo incontables ejemplos discretos de las virtudes masculinas de la fidelidad, el trabajo duro, la generosidad y el sacrificio. En los consejos locales, en la parroquias y en las comunidades locales, los Caballeros representan un “escenario [privilegiado] de esperanza cristiana” (cf. Spe Salvi, 32), donde la fe católica y sus valores más profundos están encarnados y son transmitidos por medio de la amistad, la caridad fraternal, el servicio voluntario y las buenas obras. Su Santidad los alienta a todos a que reflexionen con gratitud sobre este carisma, a menudo oculto pero tan real, de su Orden, y que lo promuevan como una fuente significativa de renovación para la Iglesia y la sociedad en todos los niveles. Finalmente, el Santo Padre expresó su profunda satisfacción por la continua fidelidad de los Caballeros de Colón a la visión del Padre Michael McGivney, quien deseaba que la Orden fuera una encarnación de la caridad cristiana por medio de sus múltiples obras de solidaridad fraternal y ayuda mutua. Este compromiso siempre se ha mostrado ante todo a nivel de los consejos locales, en las numerosas formas discretas en las que los Caballeros siempre han tratado de ayudarse mutuamente, en especial en momentos difíciles, como en la crisis económica actual. También ha encontrado una expresión privilegiada en los programas institucionales de su Orden de seguros y planificación financiera, que han llevado estabilidad y esperanza a tantas personas y familias, así como en su ayuda caritativa para los pobres de todo el mundo, en particular tras los desastres como los que azotaron hace poco a Haití y a Japón. Su Santidad también está agradecido por el apoyo inquebrantable que los Caballeros han brindado al Sucesor de Pedro en su ministerio a la Iglesia universal. Ve en esta gran sinfonía de caridad un testimonio del catolicismo de su fe y la amplitud y profundidad de su esperanza en las promesas de salvación de Cristo. Con estos sentimientos, el Santo Padre invoca para todos los que están reunidos en Denver los dones de la sabiduría, el entendimiento y el consejo del Espíritu. Encomendando a todos los Caballeros y sus familias a la amorosa intercesión de María, Madre de la Iglesia, cordialmente imparte su Bendición Apostólica como promesa de alegría y paz en Jesús, su Hijo divino. Añadiendo mis mejores deseos piadosos para la obra de la Suprema Convención, quedo de Ustedes Sinceramente, Cardenal Tarcisio Bertone Secretario de Estado